Recogemos aquí algunas de las consideraciones del padre Bourdier sobre visiones, revelaciones y mensajes divinos o celestiales.
1. Cinco causas de errores
(a) Una revelación puede a veces ser interpretada incorrectamente por la persona que la recibe, porque es oscura, ya sea porque Dios no la hace completamente conocida, o a causa de las condiciones en las que está implicada en la profecía o la revelación (Ver San Juan de la Cruz, Ascensión, Libro 2, cap. 19). Tal fue el caso con San Pedro, quien al escuchar una voz que le decía tres veces: “levántate, mata y come”, (Hech 10:13), pensó que era cuestión de su comida y no una orden para bautizar a los paganos.
(b) Cuando las visiones representan escenas históricas, muy a menudo lo que representan es solamente aproximado y probable. Por lo tanto, uno se equivocaría al atribuirles una exactitud absoluta, pero Dios no nos engaña cuando Él modifica ciertos detalles. Él hace esto por una razón, a saber, para que comprendamos mejor el pensamiento secreto que ha ocultado en el misterio.
En efecto, ha habido revelaciones, hechas a personas santas y aprobadas por la Iglesia, que se contradicen una con otra. Esto demuestra la falta de prudencia que es el intentar reconstruir la historia por medio de las revelaciones hechas a los santos.
(c) Puede ocurrir que durante una visión, el espíritu humano mantenga su poder de mezclar su propia acción en cierto modo con la acción divina; en tales ocasiones será autoengaño atribuirle puramente a Dios el conocimiento que es así obtenido. En una ocasión será el poder de invención el que está en juego, y en otras serán hechos o imágenes recogidas de la memoria.
Aún aquellos que a menudo tienen verdaderas revelaciones pueden volverse negligentes en el cuidado del discernimiento y de allí que puedan transmitir una profecía falsa.
Además, los videntes a menudo son llevados a atribuir falsamente a la influencia divina, durante el éxtasis o los momentos de intensa unión con Dios, aquellas ideas que tienen que ver con sus propios deseos e ideas preconcebidas en cuestiones de doctrina y de historia. La actividad del propio espíritu de los videntes es una de las principales causas de error. Encontramos ejemplos de visiones llenas de errores históricos en los casos de Santa Isabel de Schoenau, el Beato Hermann Josef, Santa Hildegarda, Santa Catalina de Ricci y María de Ágreda, etc.
(d) Puede ocurrir que una revelación verdadera pueda ser involuntariamente alterada, luego del acontecimiento, por el mismo vidente; este peligro es muy grande cuando la revelación escrita es muy larga, y, sin embargo, fue recibido en un modo casi instantáneo. En tales casos no es excesivo decir que no sólo no fueron dadas todas las palabras por la revelación sino que como el pensamiento en la revelación no fue detallado, el vidente, por sí mismo, lo desarrolló posteriormente.
(e) Es también muy posible que secretarios alteren el texto, sin mala intención, y en buena fe inserten sus propias elecciones de expresión en él.
2. Las cinco causas de la falsedad de un mensaje