Christine Kapadia procede de Gujarat, un estado situado al occidente de India, con 60 millones de habitantes. Christine era hindú y de familia hindú, como 9 de cada 10 habitantes de Gujarat. Pero ella mostraba ya desde su infancia un gran interés por lo religioso y por Dios.
"Cuando mi padre me llevaba en motocicleta a la escuela, frecuentemente me dirigía a Dios, a un Dios que no conocía y cuyo nombre ni siquiera sabía,
pero al que le contaba todo lo que me importaba de niña", dice
Christine en un conversación mantenida con colaboradores de la fundación
católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Durante la adolescencia buscó intensamente a Dios, según relata hoy, en
2013, con 34 años de edad. Estudió otras religiones. Del cristianismo
sabía bastante poco. Aunque en Gujarat hay una minoría musulmana de un
9%, los cristianos no llegan ni al 1%.
A los padres de Christine no les inquietaba que su hija investigase las
distintas religiones. "No les molestaba; me dejaron hacer
sencillamente", recuerda Christine.
La pastelería que lleva a Dios
Hoy se ríe al recordar cómo descubrió el cristianismo. "Cuando tenía unos 15 años conocí a Jesús en una pastelería", afirma divertida.
Allí compraba regularmente, cuando en una ocasión entró en una conversación con una vendedora, unos años mayor que ella, que es católica. Lo que la joven hindú conoció de Jesucristo, le fascinó.
Christine pidió a la vendedora que la llevara a una iglesia. Fue el comienzo de una amistad y de la aproximación paso a paso al cristianismo.
Christine comenzó a participar regularmente en encuentros de oración. A los 17 años pidió ser bautizada,
pero ese deseo se topó con la resistencia de sus padres, que rechazaron
radicalmente la conversión. "Mientras solo iba a la iglesia, estaban de
acuerdo; pero cuando quise bautizarme, de repente se desató la guerra
fría en casa",dice Christine.
Sus amigos católicos le aconsejaron paciencia, le dijeron que esperara
al menos hasta ser mayor de edad. A pesar de todas las resistencias,
Christine se mantuvo firme en su deseo; por fin, en 2002 pudo bautizarse.
Enfermedad y cercanía a la familia
Sus padres aceptaron su deseo cuando comprendieron que la nueva fe de su
hija no la alejaba de ellos. Todo lo contrario: Christine, que cada vez
sentía más viva su vocación a la vida religiosa, se ocupaba más de sus
padres. Incluso dejó su trabajo en un banco para atender a su madre, que
había enfermado de cáncer. Una semana antes de morir en 2011, su madre se bautizó.
Sin embargo, las tensiones entre el padre y la hija no acabaron de
calmarse, sobre todo porque la hija se afirmaba en su deseo de ser
carmelita. También aquí mereció la pena la paciencia de Christine: desde
hace seis meses pertenece a la comunidad de diez carmelitas descalzas
(OCD).
La entrada en el Carmelo
El Carmelo, que cuenta con el apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada, se
encuentra situado en Vadodara (Baroda), la tercera ciudad en tamaño de
Gujarat. Christine Kapadia declara: «Mi padre cambió hace tiempo de
actitud; cuando ingresé en el Carmelo me acompañaron 21 miembros de mi
familia... todos ellos, hindúes».
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