martes, 6 de septiembre de 2011

La correccion Fraterna

Este tema es muy importante para las comunidades eclesiales. Yo personalmente la he vivido y aprendido en la comunidad en que estuve, la Orden de Agustinos Recoletos, en donde se enseñaba y se practicaba esta enseñanza evangélica, para así mantener la armonía y crecer en el amor y en la humildad que en toda comunidad debe haber.

Sin embargo, muchos lo evitan y prefieren cerrar los ojos ante el mal camino que puede estar llevando un hermano, pues prefieren evitar alguna división entre ellos, predicando una falsa prudencia. Digo que es falsa porque no se puede decir que se ama al hermano sino se piensa también en su salud espiritual que, al fin y al cabo, es más importante. Pensemos que si un hermano tuviera una enfermedad o una herida, buscaríamos rápidamente llevarle para que reciba ayuda medica, pues de la misma forma el que tiene heridas o enfermedades espirituales se le debe ayudar llevándoselo a aquel que le puede dar salud espiritual, a Jesús.




Sin duda no es fácil hacer una buena corrección, tal vez algunas veces lo hemos intentado y hemos logrado el efecto contrario, o tal vez algunas veces las personas hacen caso omiso  y siguen en su mala conducta o simplemente sienten miedo de dar un paso mas a la conversión, a pesar de esta dificultad que parte simplemente de nuestra misma humanidad, de nuestras propias debilidades y amor propio.

Ante estas dificultades debemos partir de una cosa, la caridad fraterna, tanto para el que la va a dar como para el que la va a recibir parte del mandamiento nuevo que nos dejo Jesús, amar al prójimo como a ti mismo, que implica un sentido de responsabilidad recíproca en donde ambos de la mano de Jesús están en disposición para recibir y dar una corrección. Aun así, esto no se da en todos los casos y para que se de una buena corrección fraterna se debe preparar con oración y buscar el mejor momento para hacerla, libre de todo prejuicio.


El Papa Benedicto XVI en su enseñanza del domingo 4 de septiembre de 2011, nos aconseja y nos da algunos tips, para hacer una buena corrección fraterna y los relata en cuatro pasos:

  1. "Primero, hablarle personalmente, haciéndole ver que lo que ha dicho o hecho no está bien. Esta forma de actuar se llama corrección fraterna y no es una reacción a la ofensa sufrida, sino que está movida por el amor al hermano", dice el Papa Ratzinger, y cita a San Agustín: "Quien te ha ofendido, al ofenderte se ha causado a sí mismo una grave herida. ¿Y no vas a preocuparte de la herida de un hermano tuyo? Debes olvidar la ofensa que has recibido, pero no la herida de tu hermano". 
  2. ¿y si mi hermano no me escucha?: "Volver a hablar con él ante otras dos o tres personas, para ayudarle mejor a darse cuenta de lo que ha hecho".
  3. Si, a pesar de ello, "él rechaza la observación"... paso tres: "Decirlo a la comunidad".
  4. En cuarto y último lugar, "si ni siquiera escucha a la comunidad, hay que advertirle del alejamiento que él mismo ha causado, separándose de la comunión de la Iglesia".

    Todo esto, concluye el Papa tras recordar también la importancia de la oración común, porque "existe una corresponsabilidad en el camino de la vida cristiana, y todos, conscientes de los propios límites y defectos, están llamados a aceptar la corrección fraterna y a ayudar a los demás con este particular servicio", que exige "mucha humildad y sencillez de corazón".

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