Cuando tienes dieciséis años, todo es
sueño: la carrera, un futuro noviazgo, metas que conquistar, el futuro.
Pero para Donal Walsh el sueño se transformó en pesadilla cuando le
diagnosticaron un cáncer terminal que, de golpe y porrazo, desplomó toda
aspiración de porvenir: «no tenía palabras para esta sentencia de muerte», dijo
él. Y, no obstante, algo sucedió que transformó este drama en una
historia de esperanza; algo que comenzó con una carta publicada por
accidente en un periódico de Irlanda, su país natal.
Nacido en Blennerville, Tralee (Irlanda), su batalla contra el cáncer comenzó hace cuatro años, con
un tumor en la pierna, con tan sólo doce primaveras a sus espaldas.
Pasó por quirófano y por quimioterapia, lleno de enojo y preguntas;
mucho qué pensar y mucho tiempo a disposición.
Cuando todo parecía solucionado, volvieron las noticias de mal agüero: otro tumor, pero ahora en un pulmón. Resignado, regresó al camino que había jurado nunca volver a recorrer. Pero era eso o morir. Optó por luchar de nuevo.
Pero lo extraordinario de Donal no es sólo su fuerza de voluntad, sino el uso que ha hecho de su enfermedad. Viendo, por ejemplo, las condiciones del Our Lady’s Hospital en donde estaba internado, recaudó más de 50,000 euros para el hospital,
organizando carreras de montaña, torneos de rugby, cenas y subastas. Se
lanzó a la TV para que los políticos y la ONU destinasen más fondos a
la lucha contra el cáncer. La enfermedad, en vez de debilitarle, parece
que despertó a un león durmiente:
Donal, 12 años, con dos jugadores de rugby de Kerry
«Llorar no me llevará a ningún lugar –dice resuelto–.
Lloré el primer día y me prometí que sería suficiente con eso. La vida
me ha dado en bandeja de plata demasiadas excusas para que me traten
bien el resto de mi vida, pero decidí que no voy a usarlas».
El sostén de la fe
¿Y qué es lo que sostiene a este joven? La respuesta es rápida:
su fe. Porque aunque ha buscado y ha preguntado a toda la gente, no ha
podido encontrar soluciones que le den tranquilidad aquí: «No estoy
enojado o con un sentimiento de injusticia sobre todo esto que me está
pasando. Creo que sólo encontraremos respuestas en la vida que viene tras la muerte. No temo la enfermedad o la muerte. Lo que me preocupa es pensar qué le pasará a mi familia después».
Tal vez este pensamiento fue lo que propició que alguien publicara una
carta del adolescente en un periódico local en la que contaba su lucha
contra el cáncer y, de paso, algo que movió los cimientos de la
conciencia de muchos: su lucha por erradicar de Irlanda la «epidémica plaga del suicidio» antes de morir.
Con algunos familiares
Porque aunque su mundo se está derrumbando, Donal piensa en los
demás. Y reconoce que no puede sino sentir enojo con los jóvenes que
deciden quitarse la vida, «dejando un desastre a sus espaldas»
para la familia. Sí, es consciente de situaciones financieras difíciles
o de desesperación, pero ¿y lo que él está pasando es fácil?
«Aquí estoy: luchando por mi vida por tercera vez en cuatro años y, en esta ocasión, sin esperanza de curación.
No tengo opción e intento preparar a mi familia y amigos lo mejor
posible para lo que vendrá, tratando de dejar el menor desastre
posible».
Por eso comenta, al pensar en los que se suicidan, «nunca habrá razones tan malas como para tomar la decisión del suicidio: si meditan en ello y buscan ayuda se puede encontrar una solución».
Eso mismo dijo en una entrevista en el The Saturday Night Show, que tuvo
mucho impacto. Y cuando el entrevistador mencionó que tal vez Dios lo esté usando para lograr una buena causa,
Donal respondió: «si puedo ser un símbolo para que los jóvenes aprecien
más la vida, entonces feliz me lanzo adelante y lo hago con gusto».
Y ya está siendo todo un ejemplo, como lo demuestra el premio que la
Kerry’s Eye Radio le concedió como héroe local. La nominación a dicho
galardón la hizo su profesor de instituto, Ruairi O’Rahilly, que en una
entrevista desmiente el dicho popular irlandés que dice «nunca conozcas
tus héroes». Así lo explica el profesor: «me siento honrado de decir que
conozco a Donal y sé que hablo a nombre de todos en el colegio. Él es
desinteresado y encarna todos los atributos que tratamos de inculcar en
nuestros chicos».
Donal posando, hoy, para el diario Kerry´s Eye
Héroe o no, Donal sabe que su final llegará más pronto de lo
normal. Y por eso sigue luchando, tenazmente, por esa meta que se
propuso: arrancar el suicidio de la faz de la tierra.
«Te lo dice un chico de dieciséis años que no tiene voz en su sentencia
de muerte, que no tiene ninguna opción ante el dolor que causará y que
arriesgaría cualquier oportunidad para pasar aunque sea unos meses en
esta tierra: por favor, aprecia lo que tienes, date cuenta de que
siempre habrán opciones y de que la ayuda está siempre a tu lado».
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