¿Creía Santo Tomás de Aquino en
fantasmas? Es la pregunta que se hace, sugerida por la reciente
celebración de la festividad de los Difuntos, el hermano dominico John Maria Devaney. Y la responde en dos planos: el de su propia biografía personal, y el de sus escritos.
Visitado por dos almas
Según uno de sus primeros biógrafos, Bernardo Gui (1261-1331), quien escribió su vida del santo justo en la época de su canonización, el Aquinate fue visitado dos veces en su vida por dos almas.
Uno fue el Hermano Romanus, a quien había conocido en
París. Estaba Santo Tomás en oración, cuando se le apareció. Santo Tomás
no sabía que habí amuerto, así que le preguntó que cuándo había
llegado. "En realidad estoy muerto, pero se me ha permitido visitarte a
causa de tus méritos", le dijo. Santo Tomás le preguntó si se había
salvado. Y así era, y tras pasar quince días en el purgatorio estaba gozando de la vida eterna.
La segunda visita, según Bernardo Gui, fue de la propia hermana del Aquinatense,
quien estaba todavía en el purgatorio y le pidió más oraciones y misas
en sufragio por su alma. Cumplió esa petición y un tiempo después,
estando en Roma, recibió su visita para decirle que ya estaba en la gloria. Santo Tomás aprovechó para preguntarle por su propia alma, y su hermana le tranquilizó.
La Suma Teológica
Pero, aparte de estos datos biográficos, ¿qué dijo el mayor teólogo de la historia de la Iglesia en su obra cumbre, la Summa Theologiae?
En el Suplemento (69, 3), y tras su habitual planteamiento de objeciones y respuestas a las objeciones, Santo Tomás concluye que "si así lo dispone la Divina Providencia,
las almas separadas pueden en ocasiones venir del más allá y aparecerse
a los hombres", y esto tanto las almas del purgatorio ("para pedir
sufragios") como incluso los condenados "para enseñanza y temor de los
hombres".
En el caso de las almas salvadas, Santo Tomás considera que podrían ir y venir a voluntad, pero como esa voluntad es absolutamente conforme a la voluntad divina en cuanto gozan de la visión beatífica, sólo lo hacen cuando la Divina Providencia quiere.
La enseñanza de Santo Tomás más útil para nuestros días, concluye el Hermano Devaney en su artículo del blog Dominicana, es que no tiene sentido acudir a médiums, echadores de cartas, quiromantes y demás formas de superstición que se atribuyen la posibilidad de un contacto a voluntad con las almas de los muertos:
"El contacto real sólo puede venir de la Divina providencia", y lo
verdaderamente importante -y eso sí depende sólo de nosotros y es otra
lección de la vida y la obra de Santo Tomás de Aquino- es "rezar por los
muertos para que entren pronto en la gloria".
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